"La historia es duración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prédica constante, continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento".
José Carlos Mariátegui
--> SOBRE LA COLUMNA IZQUIERDA RECORRE LOS ALTERMEDIOS, CONOCE LO QUE NO APARECE EN LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN.<--

ARGENTINA: ¡Disparen contra los docentes!

Por: | 16 de marzo de 2014
fuente: Blog El País (Ed. Latinoamericana)





Está claro: la educación funciona bastante mal en casi todo el planeta. Las consecuencias de semejante descalabro se pueden observar por todos los sitios. Eso es lo que suponemos.
Vivimos en un mundo en crisis y la educación está llamada a redimirnos, a romper las cadenas que nos unen al atraso, a salvarnos de la adversidad, a empujarnos a un futuro de felicidad y bienestar. Falla la educación y la crisis se expande, multiplicándose, inventándose día a día en sus más variadas facetas: crisis económica, crisis de confianza, crisis institucional, crisis del modelo (o modelo de crisis), crisis política, crisis social, crisis cultural, crisis familiar, crisis de valores, crisis de abundancia y crisis escasez, crisis por el conformismo y por la insatisfacción, crisis por los excesos de los ricos y por el exceso de pobres, crisis del mundo del trabajo y crisis de un mundo sin trabajo, crisis de la infancia, de la juventud y de la ancianidad, crisis de la vida adulta, crisis en los estadios y en los santuarios, crisis de los vínculos, de los sentidos y de los sentimientos, de los afectos y de la subjetividad, crisis, al fin, crisis por todos lados.
Está claro: la crisis del mundo se reproduce y amplifica por la crisis de la educación. Eso es lo que suponemos.(Sigue en Leer más )
Así las cosas, mientras no se encuentra el remedio, al menos, se pueden encontrar los culpables. En el Norte y en el Sur, la respuesta es siempre la misma: la educación funciona mal porque los docentes están mal preparados, carecen de las competencias necesarias para hacer de los niños y niñas sujetos emprendedores y competitivos, ciudadanos activos y responsables, consumidores criteriosos (u obsecuentes); porque los docentes son poco adeptos al esfuerzo, corporativos en sus prácticas organizativas y profundamente perezosos.

Los docentes suelen ser presentados como una versión moderna de Rip Van Winkle, el personaje del relato de Washington Irving publicado en 1819. Un hombre que tratando de huir de su insoportable esposa se queda dormido bajo un árbol durante veinte años y, cuando regresa a su aldea, piensa que todo continúa como estaba dos décadas atrás.

Desactualizados, desinformados, dormilones y adeptos a la vagancia, los docentes son identificados por burócratas y tecnócratas, comunicadores y comunicados, padres y madres, políticos y gestores, gente de derechas y gente de izquierdas, hombres de negocios y hombres cuyo trabajo enriquecen los negocios de unos pocos hombres, dirigentes y dirigidos; por la sociedad, en suma, como los responsables de haber sembrado el vientre de todas las crisis, la crisis educativa.
No deja de ser sorprendente la unanimidad que concita la docencia para atraer, contra sí, las iras, los arrebatos, el furor y la indignación de todos los que se aventuran a opinar sobre el presente y el futuro de la educación. Y sobre el presente y el futuro de la educación se aventura a opinar todo el mundo. En definitiva, parecería ser que el haber pasado por la escuela nos brinda los conocimientos necesarios para formular un diagnóstico preciso sobre el estado de nuestros sistemas educativos y observar el casi siempre pésimo desempeño de los docentes en las salas de clase. Haber ido a la escuela o tener un hijo en edad escolar nos aporta, sin lugar a dudas, un conocimiento importante sobre el funcionamiento del sistema educativo y una opinión sobre la calidad del trabajo de quienes educan a las nuevas generaciones. Lo que sorprende es que, con llamativa frecuencia, esa experiencia se des-subjetiviza y pasa a ser considerada el fundamento de un diagnóstico riguroso y de precisión matemática para determinar las causas y soluciones de la crisis escolar que estamos viviendo.
Haber estado enfermos nos aporta una valiosa experiencia sobre el dolor y la enfermedad. También, un gran bagaje de opiniones sobre el desempeño de los médicos que nos atienden o atienden a nuestros seres queridos. Entre tanto, aunque todos nos hemos enfermado alguna vez en la vida, son pocos los que aceptarían que esa experiencia es suficiente como para determinar los fundamentos y las prácticas de las políticas públicas de salud a escala global. Nadie negaría que para opinar sobre la salud pública hay que saber algo más que tomar la fiebre a un niño. Entre tanto, para opinar sobre la política educativa solo hay que haber ido a la escuela o, simplemente, imaginar lo que ocurre todos los días en nuestras sala de clase. Para opinar sobre las políticas públicas de salud hay que haber estudiado el tema. Para opinar sobre educación basta con leer el periódico o escuchar a un especialista en banalidades que, con superficialidad pasmosa, dice lo que piensa sobre una institución y un enorme número de trabajadores y trabajadoras que sospecha conocer, apoyándose simplemente en la fuerza mistificadora del sentido común. A los médicos se los respeta, a los docentes, no.
La unánime opinión negativa sobre la docencia se refuerza con los resultados de pruebas, encuestas e investigaciones que confirman supuestamente que los docentes son, por definición y de manera general, unos ineptos. No hay nada parecido a las pruebas PISA en el mundo de la medicina. Tampoco, en el mundo de la ingeniería, de la política, en el mundo empresarial o deportivo. Hay, es verdad, campeonatos de todo tipo en el mundo de hoy. Sin embargo, no porque la selección de Holanda nunca haya ganado el mundial de fútbol, a alguien se le ocurriría decir que sus jugadores son poco profesionales, incapaces, haraganes o indolentes.
Quienes eligen la profesión docente se enfrentan siempre a un designio esquizofrénico, un mandato perverso que la sociedad les atribuye de forma contradictoria. A ellos se les encomienda la difícil tarea de salvar la nación, de revertir las herencias del atraso. Al mismo tiempo, por no ejercer ese papel, se los desvaloriza y humilla cotidianamente, en una especie de amnesia de génesis que borra las causas de todas las crisis, poniéndolas en la mochila de los trabajadores y trabajadoras de la educación.
Una encuesta realizada en varios países de Latinoamérica puso de relevancia que la gente valoriza enormemente el papel de los docentes para mejorar nuestras sociedades, pero la gran mayoría de las personas no desea que sus hijos se dediquen a la docencia, por tratarse de un trabajo ingrato, mal pagado y ejercido por personas sin la debida preparación.
Trato de resistir a la tentación de aclarar que en la docencia hay, en efecto, pésimos trabajadores y trabajadoras. Se trata de una aclaración que reafirma la discriminación que sufren cotidianamente los docentes. Hay maestros y maestras malos, incompetentes y displicentes, claro. Como hay médicos malos, políticos malos, empresarios malos, obispos malos, policías malos y hasta Premios Nóbeles de Economía malos, malísimos. Cuando defendemos a los docentes, parecemos estar siempre obligados a hacer la salvedad que sabemos que hay personas que ejercen la docencia sin la menor condición de hacerlo. No pienso hacer esta aclaración aquí.
Defiendo a los docentes porque creo que la docencia es una profesión que se ejerce, en la mayoría de los casos, por personas que aman su trabajo, que dedican un esfuerzo enorme a sus tareas, que tratan de múltiples formas de mejorar, de capacitarse y de formarse para ser, cada día, mejores; personas que respetan profundamente a los niños, las niñas, los jóvenes y los adultos que educan; personas que, como casi todas las que existen en este planeta, despiertan cada día para cumplir su jornada dignamente, para ayudar con su labor a construir un mundo mejor. Deberíamos pensar en esto cada vez que los humillamos y descalificamos con diagnósticos precipitados que los transforman en la bolsa de entrenamiento de una tropa de pugilistas que aspiran a que sus puñetazos entorpezcan la mirada de la gente común.
Defiendo a los docentes, particularmente a los que ejercen la docencia en las escuelas públicas, porque creo que la enorme mayoría de los trabajadores y trabajadoras de la educación son diferentes a ese colectivo indolente que retrata buena parte de la prensa y los más diversos “especialistas” que afirman que vivimos una debacle educativa que nos llevará a la ruina. Los defiendo porque creo que la lista de los responsables de llevarnos a la ruina no comienza hoy, como nunca ha comenzado, en las instituciones donde se construye, cada día, el futuro de nuestra infancia.
No deja de ser cierto que los docentes, a diferencia de otras profesiones, suelen ejercer de manera tortuosa una especie de corporativismo invertido. A pesar de las acusaciones de que los trabajadores de la educación sólo defienden sus intereses y ocultan sus problemas bajo estrictos secretos de sumario, la docencia suele ser una profesión que se muestra públicamente mucho más adepta a evidenciar sus errores que a disimularlos. Por ejemplo, los congresos, simposios y foros profesionales docentes son, en su gran mayoría, eventos en los que se discuten los problemas de la práctica magisterial, los errores cometidos en el aula y la necesidad de mejorarlos; los defectos y no las virtudes de la profesión; los retrocesos y no los avances en el desempeño pedagógico. Puede consultarse la programación de cualquiera de los congresos de docentes que se hayan realizado en su ciudad, para verificar que quienes ejercen la docencia se critican a sí mismos mucho más de lo que los critican sus crueles calumniadores externos. ¿Qué tipo de corporativismo es éste en el que quienes ejercen una profesión se muestran por lo que les falta y no por lo que los caracteriza? Los congresos de educación suelen estar dedicados a poner en evidencia una visión muy crítica o autocrítica de la práctica escolar.
Nada de esto ocurre en otras profesiones. Los médicos se reúnen en congresos para discutir los avances y las buenas prácticas de la medicina, no para compartir la idea de que la mala praxis médica está generalizada en todos los hospitales. Claro que hay médicos que matan personas por su incapacidad profesional. Nunca sería éste el motivo de un congreso internacional, por ejemplo, de cardiólogos. Los ingenieros se reúnen a presentar y conocer los avances de la ingeniería, no para deprimirse colectivamente con los pésimos ejemplos de algunos ingenieros cuya incompetencia generó enormes pérdidas de vidas humanas. Los abogados discuten en sus congresos profesionales los avances de la ciencia jurídica, no la corrupción de ciertos jueces y letrados que ha puesto no pocas veces la justicia al servicio de los más poderosos. Desde el punto de vista etimológico, cualquier profesión es más corporativa que la docencia. Sin embargo, raramente se denuncia el corporativismo de los economistas, del clero, del ejército, de la prensa o de los grandes empresarios. Sí, siempre, el de los docentes.
El problema parecería ser que, más allá de que a los docentes les gusta enredarse en sus defectos, ellos reclaman con insistencia sobre las pésimas condiciones que tienen para el ejercicio de su profesión, sus bajos salarios y el persistente abandono de la educación pública en nuestros países. Como resultado de esto, se critica el uso de las huelgas. movilizaciones u otras medidas de fuerza como forma de acción organizada para alcanzar las demandas del sector.
Particularmente, creo que es importante que los docentes revisen sus estrategias de lucha para alcanzar los justos reclamos por una educación de calidad para todos. Considero que las huelgas y otras acciones no siempre consiguen generar la adhesión y solidaridad de los sectores más pobres y de las clases medias, quienes necesitan más que nadie de la escuela pública. Hay una enorme dificultad en las organizaciones docentes para encontrar canales más efectivos de lucha que integren a los sectores que, junto a ellos, nada se benefician con las políticas neoliberales y conservadoras que cuestionan y amenazan el derecho a la educación, transformándolo en un privilegio de pocos.
Sin embargo, este necesario debate, no puede desviar la atención de un hecho insoslayable: en buena parte de nuestros países, la educación pública está bajo el asedio de políticas de privatización y mercantilización que, entre otros factores, precarizan el trabajo docente y degradan las condiciones de ejercicio de la docencia en las escuelas, particularmente en las escuelas públicas. En América Latina, aunque las condiciones de financiamiento y la promoción de políticas educativas innovadoras y populares han comenzado a revertir la herencia neoliberal, por ejemplo, en países como Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela, las condiciones salariales y de trabajo de los docentes siguen siendo frágiles e inestables. En rigor, en casi toda la región, la expansión de los sistemas educativos, promovida durante las últimas décadas, se ha sustentado sobre una persistente precarización del trabajo docente.
No cabe duda que los trabajadores y trabajadoras de la educación deben mejorar y redefinir sus estrategias de lucha. Deben hacerlo para volverlas más efectivas, no para disminuir su intensidad. Las reivindicaciones docentes son justas y necesarias, ellas aspiran a fortalecer la educación pública y ampliar el derecho efectivo a una escuela de calidad para todos. El ataque a las organizaciones sindicales docentes suele ser parte de un ataque más amplio contra cualquier expresión de defensa y transformación democrática de la educación pública.
Los docentes siempre, y más allá de todo paternalismo o visión compasiva, se han sabido defender a sí mismos. Entre tanto, creo que defender a la docencia de los ataques que hoy sufre desde múltiples espacios, constituye un imperativo ciudadano.
En definitiva, si Ud. está leyendo esta nota es porque algún maestro o maestra, alguna vez, le enseñó a leer. Y seguramente, le enseñó muchas cosas más. Cosas que han sido vitales para constituirse como un sujeto independiente y crítico.
No me cabe duda que Ud. pensará, muy probablemente, que sus maestros o maestras eran mejores que los que hoy están en el aula; esos docentes reales, que trabajan todos los días en nuestras escuelas, formando a los niños y niñas que en algún momento ocuparán su lugar. Pero no nos equivoquemos. Siempre fue así. A su hijo o a su hija, si hoy están en la escuela, les pasará lo mismo. Quizás sea fruto de una inevitable ingratitud o la trama de una desmemoriada condena al desprecio por el presente, por lo que tenemos y por lo que hemos sabido construir colectivamente. Parece que los docentes deben conformarse con un reconocimiento que se conjuga siempre en futuro imperfecto. Nuestros niños, nuestras niñas y nuestros jóvenes les dirán a sus hijos e hijas que sus maestros y maestras eran mucho mejores, más dedicados, más comprometidos, más cariñosos, mejor preparados y exigentes.
Siempre fue así.
Y si siempre lo fue, respetemos a los docentes que trabajan en nuestras escuelas, reconociendo en ellos la herencia de un futuro que nos hará, quizás, hombres y mujeres mejores, más humanos, más solidarios, más generosos y libres.


Desde Río de Janeiro
Pablo Gentili. Nació en Buenos Aires en 1963 y ha pasado los últimos 20 años de su vida ejerciendo la docencia y la investigación social en Río de Janeiro. Ha escrito diversos libros sobre reformas educativas en América Latina y ha sido uno de los fundadores del Foro Mundial de Educación, iniciativa del Foro Social Mundial. Su trabajo académico y su militancia por el derecho a la educación le ha permitido conocer todos los países latinoamericanos, por los que viaja incesantemente, escribiendo las crónicas y ensayos que publica en este blog. Actualmente, es Secretario Ejecutivo Adjunto del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y Director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Sede Brasil).

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Golpe blando (Venzuela, Paraguay, Honduras)


 Por Luis Bruschtein
(fuente página 12)
Aquellos viejos villanos, los peores del barrio, los que hacían el trabajo sucio de los señoritos, los militares, han sido descartados. Las elites ya no entregan a sus filas a ninguno de sus hijos. No hay dobles apellidos y ya no son invitados a las reuniones conspirativas de los grandes señores que a veces ya los miran con cierta desconfianza. Los golpes militares, aquella pesadilla infinita, han caído en el desprestigio, perdieron glamour, han pasado de moda. Ahora se habla de golpes blandos.
El golpe blando consiste en travestir a una minoría en mayoría...... , amplificar sus reclamos, crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa judicial como fue en Honduras, o parlamentarista, como en Paraguay o forzando una intervención extranjera como se pretende hacer en Venezuela. Es más complicado que los golpes militares, pero, a diferencia de ellos, tiene el colorido de estos tiempos, con sus arquetipos de tiranuelos bananeros en el bando de los malos, y un bando de los buenos con sus arquetípicos luchadores por la libertad, con sus simulacros de épicas remasterizadas y con sus falsos discursos de heroísmos ciudadanos, todos ellos, buenos y malos, diseñados como protagonistas de una película de acción clase Z por las grandes herramientas de dominación: las corporaciones mediáticas.
En otras épocas, la derecha le reclamó con razón a la izquierda por su poca vocación democrática. Pero cuando las izquierdas populares no elitistas ni vanguardistas se volcaron a la democracia y ganaron elecciones, han sido las derechas las que no aceptaron el juego democrático.
Las derechas tienen siempre a su favor el poder económico y el gran poder de la época: los supermedios. Las izquierdas han legitimado con votos sus gobiernos y son reacias a sostenerse por la fuerza porque valoran esa legitimidad que fundamenta sus mandatos. Son movimientos cualitativamente diferentes a los de sus orígenes del siglo XX. Han desarrollado una práctica electoral que antes apenas tenían. Han perdido elecciones y se han mantenido en la oposición en marcos institucionales. Han ganado elecciones con mucho esfuerzo y, a diferencia de los viejos sectarismos, han desarrollado estrategias con mucha flexibilidad y amplitud, han gestionado con mayor o menor eficiencia, y han formado cuadros de gestión de los que antes carecían. Son calidades que no eran muy características de las izquierdas o progresismos o movimientos nacionales y populares del siglo XX. Y esencialmente son calidades de la democracia.
Estas corrientes políticas latinoamericanas han crecido en calidades democráticas y han sido refrendadas electoralmente varias veces. En Chile volvió el socialismo con Michelle Bachelet después del gobierno derechista de Sebastián Piñera, en El Salvador ganó por segunda vez la vieja guerrilla del Farabundo Martí y esta vez con un ex comandante guerrillero como candidato.
El voto democrático es el principal aliado de estos gobiernos. Entonces desde la derecha dicen que la democracia no es solamente el voto. Lo cual es cierto. Si la mayoría que gobierna no respeta a las minorías, hay una democracia imperfecta. Pero si sucede al revés, si las minorías quieren imponerse sobre las mayorías que ganaron elecciones, ya ni siquiera es una democracia imperfecta, sino que es una dictadura. De eso se tratan los golpes blandos.
En abril del año pasado en Venezuela, por ejemplo, Nicolás Maduro ganó por escaso margen las elecciones presidenciales a toda la oposición nucleada detrás de la candidatura de Henrique Capriles. Sin ningún prurito democrático, al perder por escaso margen, el candidato conservador desconoció el triunfo legítimo de su adversario. Y fue respaldado por una campaña internacional de los grandes medios para que nadie reconociera al gobierno de Maduro. Hasta hoy en día, la Casa Blanca no lo ha hecho. La oposición y Washington creían que esa escasa ventaja a favor del bolivariano desaparecería rápidamente y quedaría como un gobierno débil, vulnerable a cualquier acción destituyente.
Tres meses después de las elecciones presidenciales hubo elecciones municipales. En una situación muy desfavorable, tras la muerte de un líder carismático como Hugo Chávez, al que debió reemplazar, y con muchos problemas en la economía, Maduro no sólo no perdió esa ventaja sino que la amplió a más de diez puntos y más de un millón de votos. Fue un desastre para la oposición, que creía que finalmente había llegado el momento de cortar el proceso chavista.
El liderazgo de Capriles quedó resquebrajado y Leopoldo López quiso aprovecharse. Capriles sigue siendo mayoría en la oposición y sostiene una estrategia menos violenta. López es hijo de una alta ejecutiva de la organización Cisneros, el principal multimedia del país y convocó a la gente a la calle hasta “echar a Maduro”. Fueron manifestaciones violentas con barricadas y francotiradores y en ese marco también se produjeron desbordes de la represión. O sea, la minoría de la minoría está en las calles, levanta barricadas y tiene francotiradores. Pero los medios lo presentan como el descontrol de una situación social y tratan de presionar en la OEA para provocar una intervención extranjera. Eso sería un golpe blando.
Venezuela no es un paraíso, afronta problemas importantes. Al igual que todos los países latinoamericanos, ha sido cuestionada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la situación en las cárceles. Tiene un problema grave de inseguridad. Los estudiantes se incorporaron a las marchas después del asesinato de dos de ellos por delincuentes comunes. También afronta una inflación fuerte y desabastecimiento de algunos productos. Pero hay un gobierno respaldado por la mayoría de la población para solucionar esos problemas. El sector de Capriles ha insistido en que no apoyan las marchas violentas. Solamente se moviliza una minoría violenta que cuenta con el respaldo de los Estados Unidos y de los grandes medios de la región.
Para respaldar a este sector minoritario de la oposición venezolana, las principales asociaciones de editores de diarios en América latina, entre los cuales se incluyen La Nación y Clarín, de la Argentina, lanzaron el programa Todos Somos Venezuela. Participan en esa operación la Asociación de Editores de Diarios y Medios Informativos (Andiarios), el Grupo Diarios de las Américas (GDA) y el Grupo Periódicos Latinoamericanos (PAL). En estas corporaciones están representadas las cadenas latinoamericanas de grandes medios escritos. La operación consiste en que cada periódico tendrá la obligación de publicar una página titulada “Todos somos Venezuela, sin Libertad de Prensa no hay Democracia” con información que será elaborada por los medios opositores de Venezuela.
La decisión de esta corporación regional aparece casi como una confesión, aunque agreguen en un párrafo que también publicarán la información oficial. Se trata de una corporación de multimedios que avanza sobre la soberanía política de un país, conspirando abiertamente contra sus instituciones democráticas. Pone en evidencia la decisión de hacer campaña, de debilitar al gobierno de Maduro, de mostrar la imagen trucada de una supuesta pueblada y de disfrazar de mayorías libertarias a las minorías violentas.
El dispositivo mediático es como la caballería de los golpes blandos. Está poniendo toda su potencia de fuego sobre Venezuela, pero las marchas opositoras van perdiendo intensidad y la realidad más compleja de ese país empieza a filtrarse por entre esa imagen grotesca que diseña la barrera informativa. Un elemento a favor de ese proceso ha sido la decisión de los gobiernos de la Unasur que advierten el peligro institucional al que tratan de empujarlos. Los cancilleres reunidos esta semana en Santiago de Chile decidieron que a Caracas viajará una misión de la Unasur para respaldar las instituciones democráticas y no para hacerles el juego a los más violentos de la derecha opositora como quería el departamento de Estado norteamericano en la OEA, así como el presidente panameño Ricardo Martinelli, uno de sus operadores regionales.
Las fuerzas políticas en general comienzan a reconocer una problemática que en la Argentina se debatió intensamente con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El rol antidemocrático que plantean las situaciones dominantes en el universo de la información es cada vez más evidente. Una expresión de ese proceso reactivo fue esta semana la decisión del gobierno mexicano de obligar a desmonopolizarse a Televisa, el principal multimedia de ese país y el mayor de habla hispana. La disputa por democratizar la información es la disputa por democratizar las sociedades y prevenir estos golpes blandos.

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Derechas con look de izquierda


 Por Raúl Zibechi para Alainet.org



















Campamento  en Uruguay (2010) auspiciado por Open Society Institute de George Soros.

Las recientes manifestaciones de masas generadas por las derechas en los más diversos países, muestran su capacidad por apropiarse de símbolos que antes desdeñaban, introduciendo confusión en las filas de las izquierdas.
El 17 de febrero de 2003 Patrick Tyler reflexionaba sobre lo que estaba sucediendo en las calles del mundo en una columna en The New York Times“Las enormes manifestaciones contra la guerra en todo el mundo este fin de semana son un recordatorio de que todavía puede haber dos superpotencias en el planeta: los Estados Unidos y la opinión pública mundial”.
“Mira a tu alrededor y verás un mundo en ebullición”, escribe el editor estadounidense Tom Engelhardt, editor de la página tomdispatch. En efecto, diez años después del célebre artículo del Times, que dio la vuelta al mundo en ancas del movimiento contra la guerra, no hay casi rincón del mundo donde no exista ebullición popular, en particular desde la crisis de 2008. (sigue en Leer Más)
Se podrían enumerar la Primavera Árabe que derribó dictadores y recorrió buena parte del mundo árabe; Occupy Wall Street, el mayor movimiento crítico desde los años sesenta en Estados Unidos; los indignados griegos y españoles que cabalgan sobre los desastres sociales provocados por la megaespeculación. En estos mismos momentos, Ucrania, Siria, Sudán del Sur, Tailandia, Bosnia, Turquía y Venezuela están siendo afectadas por protestas, movilizaciones y acciones de calle del más diverso signo.
Países que hacía décadas que no conocían protestas sociales, como Brasil aguardan manifestaciones durante el Mundial luego de que 350 ciudades vieran cómo el desasosiego ganaba las calles. En Chile, se ha instalado un potente movimiento juvenil estudiantil que no muestra signos de agotamiento y en Perú el conflicto en torno a la minería lleva más de un lustro sin amainar.
Cuando la opinión pública tiene la fuerza de una superpotencia, los gobiernos se han propuesto entenderla para cabalgarla, manejarla, reconducirla hacia lugares que sean más manejables que la conflagración callejera, conscientes de que la represión por sí sola no consigue gran cosa. Por eso, los saberes que antes eran monopolios de las izquierdas, desde los partidos hasta los sindicatos y movimientos sociales, hoy encuentran competidores capaces de mover masas pero con finas opuestos a los que esa izquierda desea.
Estilo militante


Desde el 20 hasta el 26 de marzo de 2010 se realizó en el departamento uruguayo de Colonia un “Campamento Latinoamericano de Jóvenes Activistas Sociales”, en cuya convocatoria se prometía “un espacio de intercambio horizontal” para trabajar por“una Latinoamérica más justa y solidaria”. Entre el centenar largo de activistas que acudieron ninguno sospechaba de dónde habían salido los recursos para pagar sus viajes y estadías, ni quiénes eran en realidad los convocantes (Alai, 9 de abril de 2010).
Un joven militante se dedicó a investigar quiénes eran los Jóvenes Activistas Sociales que organizaban un encuentro participativo para “comenzar a construir una memoria viva de las experiencias de activismo social en la región; aprender de las dificultades, identificar buenas prácticas locales aprovechables a nivel regional, y maximizar el alcance de la creatividad y el compromiso de sus protagonistas”.
El resultado de su investigación en las páginas web le permitió averiguar que el campamento contó con el auspicio del Open Society Institute de George Soros, y de otras instituciones vinculadas al mismo. La sorpresa fue mayúscula porque en el campamento se realizaban reuniones en ronda, fogones y trabajos colectivos con papelógrafos, con fondo de whipalas y otras banderas indígenas. Un decorado y estilos que hacían pensar que se trataba de un encuentro en la misma tónica de los Foros Sociales y de tantas actividades militantes que emplean símbolos y modos de hacer similares. Algunos de los talleres empleaban métodos idénticos a los de la educación popular de Paulo Freire que, habitualmente, suelen emplear los movimientos antisistémicos.
Lo cierto, es que unos cuantos militantes fueron usados “democráticamente”, porque todos aseguraron que pudieron expresar libremente sus opiniones, para objetivos opuestos para los que los convocaron. Este aprendizaje de la fundación de Soros fue aplicado en varias ex repúblicas soviéticas, durante la “revuelta” en Kirguistán en 2010 y en la revolución naranja en Ucrania en 2004.
Ciertamente, muchas fundaciones y las más diversas instituciones envían fondos e instructores a grupos afines para que se movilicen y trabajen para derribar gobiernos opuestos a Washington. En el caso de Venezuela, han sido denunciadas en varias oportunidades agencias como el Fondo Nacional para la Democracia (ned por sus siglas en inglés), creada por el Congreso de Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan. O la española Fundación de Análisis y Estudios Sociales (faes) orientada por el expresidente José María Aznar.
Ahora estamos ante una realidad más compleja: cómo el arte de la movilización callejera, sobre todo la orientada a derribar gobiernos, ha sido aprendida por fuerzas conservadores. 
El arte de la confusión
El periodista Rafael Poch describe el despliegue de fuerzas en la plaza Maidan de Kiev: “En sus momentos más masivos ha congregado a unas 70.000 personas en esta ciudad de cuatro millones de habitantes. Entre ellos hay una minoría de varios miles, quizá cuatro o cinco mil, equipados con cascos, barras, escudos y bates para enfrentarse a la policía. Y dentro de ese colectivo hay un núcleo duro de quizás 1.000 o 1.500 personas puramente paramilitar, dispuestos a morir y matar lo que representa otra categoría. Este núcleo duro ha hecho uso de armas de fuego” (La Vanguardia, 25 de febrero de 2014).
Venezuela: Grupos violentos en plena acción. Foto: AVN 
Esta disposición de fuerzas para el combate de calles no es nueva. A lo largo de la historia ha sido utilizada por fuerzas disímiles, antagónicas, para conseguir objetivos también opuestos. El dispositivo que hemos observado en Ucrania se repite parcialmente en Venezuela, donde grupos armados se cobijan en manifestaciones más o menos importantes con el objetivo de derribar un gobierno, generando situaciones de ingobernabilidad y caos hasta que consiguen su objetivo.
La derecha ha sacado lecciones de la vasta experiencia insurreccional de la clase obrera, principalmente europea, y de los levantamientos populares que se sucedieron en América Latina desde el Caracazo de 1989. Un estudio comparativo entre ambos momentos, debería dar cuenta de las enormes diferencias entre las insurrecciones obreras de las primeras décadas del siglo XX, dirigidas por partidos y sólidamente organizadas, y los levantamientos de los sectores populares de los últimos años de ese mismo siglo.
En todo caso, las derecha han sido capaces de crear un dispositivo “popular”, como el que describe Rafael Poch, para desestabilizar gobiernos populares, dando la impresión de que estamos ante movilizaciones legítimas que terminan derribando gobiernos ilegítimos, aunque estos hayan sido elegidos y mantengan el apoyo de sectores importantes de la población. En este punto, la confusión es un arte tan decisivo, como el arte de la insurrección que otrora dominaron los revolucionarios.
Montarse en la ola
Un arte muy similar es el que mostraron los grupos conservadores en Brasil durante las manifestaciones de junio. Mientras las primeras marchas casi no fueron cubiertas por los medios, salvo para destacar el “vandalismo” de los manifestantes, a partir del día 13, cuando cientos de miles ganan las calles, se produce una inflexión.
Las manifestaciones ganan los titulares pero se produce lo que la socióloga brasileña Silvia Viana define como una “reconstrucción de la narrativa” hacia otros fines. El tema del precio del pasaje pasa a un segundo lugar, se destacan las banderas de Brasil y el lema “Abajo la corrupción”, que no habían estado originalmente en las convocatorias (Le Monde Diplomatique, 21 de junio de 2013). Los medios masivos también desaparecieron a los movimientos convocantes y colocaron en su lugar a las redes sociales, llegando a criminalizar a los sectores más militantes por su supuesta violencia, mientras la violencia policial quedaba en segundo plano.
De ese modo, la derecha que en Brasil no tiene capacidad de movilización, intentó apropiarse de movilizaciones cuyos objetivos (la denuncia de la especulación inmobiliaria y de las megaobras para el Mundial) estaba lejos de compartir. “Es claro que no hay lucha política sin disputa por símbolos”, asegura Viana. En esa disputa simbólica la derecha, que ahora engalana sus golpes como “defensa de la democracia”, aprendió más rápido que sus oponentes.

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¿Qué pasa realmente en Venezuela?

Análisis de la situación actual de la revolución bolivariana

 Por Fernando Dorado

 

¿Qué pasa realmente en Venezuela? El análisis de la actual situación de Venezuela es muy importante para el futuro de la revolución en Latinoamérica y en el mundo. Comprender el movimiento complejo – no lineal – de la lucha de clases “interna”, la interferencia de fuerzas geopolíticas, y la idiosincrasia del pueblo venezolano, es fundamental para acercarnos a esa realidad, entenderla y actuar en consecuencia. 
Es claro que la lucha de clases “interna” no puede desligarse de los intereses del capitalismo que se expresa como imperialismo neo-colonial y, a la vez, como imperio global. Sin embargo, la lucha interna tiene sus propias dinámicas que juegan a favor y en contra de esa intervención. Lo mismo a nivel cultural. La religiosidad sincrética, el espíritu pacífico y festivo, el nacionalismo independentista, la tendencia consumista en boga y otros factores culturales, juegan de una u otra manera, no sólo entre las diversas clases sociales sino en diferentes momentos y escenarios.
La lucha de clases interna
Una primera aproximación a la reciente historia de Venezuela nos permite decir que el proletariado, en sus diferentes expresiones (trabajadores asalariados de diverso nivel y precariedad, campesinos pobres, pobladores de las barriadas que viven de la economía popular, “clases medias” bajas), ha sido la base social de una revolución anti-oligárquica, que fue adquiriendo paulatinamente una fuerte conciencia nacionalista, anti-estadounidense y que se ha insinuado “socialista” más por obra de su principal dirigente – Hugo Rafael Chávez Frías – que por una tradición cultural de ese tipo.
Ese proletariado venezolano no ha logrado construir – hasta ahora – una vanguardia dirigente cualificada, organizada y unificada. Se apoyó durante las dos últimas décadas en un caudillo popular que evolucionó desde una posición “tercerista” hacia un “socialismo popular y cristiano”, que ha recogido elementos de otros socialismos pero que todavía se muestra difuso y vago, mucho más cuando su principal ideólogo no pudo – físicamente – continuar con su obra.

La falta de esa dirección colectiva fue temporalmente subsanada por el papel de su principal dirigente: Chávez. Él fue (y aún lo es) la materialización de un pueblo en su conjunto, con todas sus contradicciones y limitaciones, y representa también, en forma compleja (que para muchos es incomprensible y paradójico), al proletariado venezolano y mundial. Chávez evolucionó desde una posición nacionalista-democrática de corte eminentemente “bolivariana”, que buscaba una “tercera vía” entre capitalismo y socialismo, hacia una posición decididamente socialista que denominó “Socialismo del Siglo XXI”, tomando una expresión de Heinz Dieterich Steffan. Su ideario socialista y su estrategia revolucionaria estaban en plena construcción cuando murió.(sigue en Leer Más)
La ausencia de una dirección colectiva de carácter proletario, de una teoría política cohesionada y orientadora, y de una praxis revolucionaria de nuevo tipo, no es un problema particular del pueblo venezolano sino una dificultad del proletariado mundial, que recién empieza a reaccionar frente – por un lado –, a la derrota histórica en que se constituyeron las diversas experiencias de “socialismo del siglo XX”, y – por el otro –, a la arremetida neoliberal de un capitalismo relativamente triunfante.
Sin embargo la vida no da tregua. La agudización de las contradicciones societales tanto a nivel mundial como en los países periféricos, crea condiciones favorables para que las clases sociales subordinadas actúen, desplieguen sus fuerzas cohesionadas durante ésta etapa, aparezcan nuevas lecturas de la realidad y surjan prácticas revolucionarias – que en medio del hacer y el corregir – van configurando nuevos paradigmas y visiones del mundo.
En Venezuela otras clases sociales diferentes al proletariado estaban mejor preparadas para colocarse a la cabeza de la revolución democrática-nacionalista que hoy está en pleno desarrollo. Sucede igual en el resto de América Latina y el mundo. La pequeña-burguesía, la burguesía nacional y la burguesía burocrática, que en diferentes momentos le habían disputado el poder a la oligarquía pro-imperial, aprovechan las circunstancias revolucionarias y se empoderan – no sin fuertes tensiones y contradicciones –, en la dirección del proceso.
Incluso, no es que estas clases pequeño-burguesas y burguesas se pongan en forma total del lado de la revolución. Por el contrario, son los elementos más avanzados de esas clases sociales, que habían heredado tradiciones culturales de lucha por libertad, independencia y autonomía, los que se colocan decididamente a la cabeza de esa lucha, identificando (y a la vez, camuflando) sus intereses sectoriales con formas nacionales y democráticas para ganar la voluntad del grueso del proletariado. Entre ellos se destacan los militares nacionalistas, los dirigentes sindicales de los trabajadores estatales y la intelectualidad con formación marxista.
Gobernar con un aparato estatal heredado
Es evidente que al llegar al gobierno por la vía electoral, la dirigencia revolucionaria se ve enfrentada a una situación contradictoria que no es fácil de manejar. Por un lado, tienen que ponerse al frente de un aparato estatal burocrático heredado. Tienen que gobernar con un “Estado que no es el nuestro”, como diría Lenin, que es un aparato al servicio del gran capital, clientelar y clientelista, corrupto hasta los tuétanos, eficiente para darle gabelas a los capitalistas e ineficaz para resolverle problemas al pueblo y a los trabajadores.
Por el otro, en forma apresurada e improvisada tienen que ofrecerle soluciones al proletariado y al pueblo en su conjunto, para poder mantenerse – elección tras elección – al frente del gobierno, mientras el verdadero poder existente, el de la burguesía parásita, hace todos los esfuerzos por sabotear la gestión del nuevo gobierno, impedir que la renta petrolera sirva de base de apoyo para financiar los programas de inversión social, y generar desconfianza en la capacidad de los nuevos gobernantes entre amplios sectores de la sociedad.
Es así como la dirección revolucionaria decide implementar las “misiones”. Con la ayuda del gobierno cubano diseña e impulsa estrategias para resolver, así sea temporalmente, la contradicción entre tener que llegarle al pueblo con planes y programas de impacto para su vida y, simultáneamente, asumir la administración de un aparato estatal burocrático, corrupto, ineficaz y saboteador, que es una traba para obtener resultados inmediatos.
La ofensiva contra-revolucionaria con el golpe de Estado y el paro petrolero de 2002, y la contra-ofensiva revolucionaria que protagonizó el pueblo y los trabajadores venezolanos, le permitieron a la dirigencia bolivariana controlar la riqueza petrolera, ensanchar y fortalecer las misiones, ampliar y ganar nuevos sectores para su base social. Sin embargo, los afanes electorales y demás circunstancias propias de las contingencias de un proceso nuevo, además de la falta de una experiencia, en medio de la lucha interna dentro de la heterogénea dirigencia bolivariana, que muchas veces era resuelta por la influencia, personalidad y autoridad del Comandante Chávez, llevaron – inevitablemente – a cometer serios errores, unos que corresponden a problemas y deficiencias estructurales (desarrollo real de las relaciones sociales de producción y de las fuerzas productivas), y otros que tienen que ver con el diseño de la línea política (desarrollo de la conciencia política).
Los “errores”, limitaciones y deficiencias estructurales
Entre esos “errores”, los más importantes tienen que ver con la incapacidad para construir formas de poder revolucionario, por la base, en lo que el pueblo venezolano no tiene mucha experiencia ni tradición. Existen redes, sindicatos, asociaciones, formas de comunicación popular, pero no ha existido una verdadera experiencia de tipo organizativo con visión de poder. Pero el factor decisivo consiste en que la dirigencia revolucionaria escogió el escenario estatal, institucional, como el centro de su actividad política, dejando a un lado la construcción diaria y rutinaria de un nuevo poder proletario y revolucionario (democracia directa). La línea que se impuso – y no podía ser de otra manera – fue la de participar y “apropiarse” de las instituciones “democráticas” estatales y ponerse a la cabeza de los gobiernos locales y regionales. A pesar de la aprobación de leyes y planes gubernamentales sobre “poder popular y comunal”, los principales cuadros de la revolución se dedicaron a la gestión gubernamental y al parlamentarismo estatal de tipo institucional. Los “círculos bolivarianos” – base social organizada en la primera etapa de la revolución – quedaron a la deriva y a mitad de camino. Los dirigentes revolucionarios, en su gran mayoría, fueron “apropiados” y absorbidos por el aparato estatal y su dinámica burocrática.
Ese “error” tiene su explicación en las limitaciones estructurales del proceso, que son determinantes por la importancia que adquieren las deficiencias conceptuales de la orientación política. A pesar de las reiteradas orientaciones de Chávez, del estímulo retórico de los dirigentes a la organización popular, se fue imponiendo la práctica tradicional en las relaciones entre el gobierno revolucionario y las bases sociales. Un nuevo clientelismo se fue incubando y una nueva forma de ascenso social y político de los dirigentes se fue abriendo camino. Sucede en todas las revoluciones y es un problema no resuelto.[1]
El otro “error” – que está íntimamente relacionado con el anterior – se manifiesta en la incapacidad del gobierno revolucionario para iniciar, con consistencia, un trabajo continuado y permanente, apoyándose en los sectores laboriosos de la sociedad (trabajadores, pequeños y medianos productores, científicos y técnicos), por construir una base económica “propia”, “nacional”, “popular”, alterna a la economía dependiente de la renta petrolera, que ha sido la base de la fuerza social y económica de la burguesía venezolana.
No se percibió desde un principio – lección que debemos aprender otros pueblos y el proletariado de otros países – que los recursos que se irrigan en la sociedad para salud, educación, servicios, vivienda, alimentación, infraestructura, etc., de una u otra manera son canalizados hacia el sistema productivo y de intercambio, y que mientras no existan sistemas de apropiación social de la riqueza, dichos recursos se van a monetizar y van a fortalecer – en el mercado capitalista – a las fuerzas sociales que tienen el control de ese mercado, que en este caso es la burguesía parásita. Así, durante estos últimos 15 años la transferencia de recursos de la renta petrolera a los capitalistas comerciales, improductivos y especuladores, ha sido incalculable, y muchas de esas fortunas hoy no están en Venezuela, constituyéndose en un desangre enorme para la economía venezolana.
La principal lección es que el problema no es solamente la formulación de una política. Es la ejecución y operación práctica de una política que Chávez definió como “sembrar el petróleo”, lo que está en juego. Es la correlación real de fuerzas lo que define esa situación. Es claro, por tanto, que al interior del “proceso de cambio” existen fuerzas sociales interesadas no sólo en mantener la actual situación sino que realizan diversas actividades para sabotear cualquier tipo de acción que ponga en peligro sus intereses.
La pequeña-burguesía en Venezuela no tiene otro camino de ascenso social y económico que desplazar del poder político y económico a la burguesía pro-imperial, incluso sin cuestionar su dependencia y parasitismo. La guerra por el control de cambios que implementó el gobierno bolivariano es una expresión de esa lucha entre una burguesía ascendente (“emergente”) que se apoya en el control del Estado para desplazar a la burguesía tradicional que era experta en importaciones y “exportaciones”, reales y ficticias, y en el uso de todo tipo de trampas y corruptelas para hacerse con la ganancia. 
Es más, el monopolio del Estado sobre el comercio exterior, que es una medida extrema y requiere de una correlación de fuerzas muy favorable al proletariado y al pueblo, si no está acompañado de un control estricto y masivo por parte de órganos de poder popular, también puede convertirse en otra forma de apropiación privada en manos de quienes tengan el control burocrático del Estado como ocurrió en la Unión Soviética y en todos aquellos “Estados socialistas” que implementaron ese monopolio estatal.
Los “aciertos”, la cultura y la espiritualidad
Una de las deficiencias de los socialismos del siglo XX fue no entender la fuerza e influencia de los aspectos culturales en los procesos sociales (étnicos, nacionales, culturales, religiosos), que Lenin preveía o sospechaba, y que han demostrado ser factores muy importantes para nuestras luchas. Esos aspectos culturales han demostrado que son una especie de soportes espirituales de los pueblos, entre los cuales el proletariado – así sea la mayoría de la población – es influido fuertemente por ellos. Al contrario de lo que pensaba Marx (“opio del pueblo”), esos aspectos culturales pueden ser aspectos positivos frente al proceso de homogeneización que impulsa el imperio global: son parte de la resistencia. Todo depende de cómo se asuman. Ello está relacionado con el tema ambiental, que en el caso de Venezuela – dada la dependencia del petróleo – no se plantea como parte de la crítica al "extractivismo".
Es por ello que ésta visión crítica al proceso venezolano no es "drástica" (no nos rasgamos las vestiduras) sino en cierto sentido "suave" ("comprensiva"), tratando de entender las limitaciones estructurales y conceptuales (que de alguna manera también son estructurales miradas desde el ámbito mundial) y sobre todo, tratando de comprender los problemas que ha tenido que enfrentar, las contradicciones de clase, la presión del imperio, y también los “aciertos”. En fin, tratamos de alejarnos del campo de los que juzgan como si fuera una tarea fácil. Chávez es un fenómeno espiritual y político que todavía está por ser estudiado. Es más, todas las sociedades y pueblos han tenido que apoyarse en caudillos para poder avanzar en determinadas fases de su historia. Lo grave es que reduzcamos ese punto de apoyo a la totalidad de nuestro accionar (“caudillismo”, “culto a la personalidad”).
Por ello se deben resaltar brevemente los “aciertos”. Hay en la revolución venezolana un esfuerzo muy grande por darle continuidad a la lucha bolivariana por la independencia y la integración latinoamericana. El sentido de solidaridad, el compartir la riqueza con otros pueblos menos favorecidos, la confianza en el sentido de clase y en el anti-imperialismo de la mayoría del pueblo venezolano, la espiritualidad revolucionaria que se ha construido, se han constituido en unas herramientas políticas nada despreciables que muchos “teóricos” – influenciados por visiones euro-céntricas – no pueden entender.
Esos “aciertos” son más resultados del desarrollo natural y creativo de las reservas democráticas y revolucionarias que tenía guardadas – reprimidas – el pueblo y el proletariado venezolano, y que han aflorado a la superficie. Allí están vivas y latentes esas reservas, ahora contenidas por el bloqueo de una burocracia que impide su desarrollo. El arte del momento es encontrar nuevamente esa conexión, ayudar a que los trabajadores y el pueblo en general “redescubran” sus potencialidades y desenmascaren las trabas.
Comparados los avances de la revolución bolivariana con sus limitaciones estructurales es casi un “milagro” que hayan podido derrotar – parcialmente – al mayor imperio capitalista del mundo, muy al estilo de lo hecho por el pueblo cubano. Hoy esa revolución se enfrenta a nuevos retos, a sus propias deficiencias y, sólo el proletariado podrá hacerla avanzar nuevamente.   
Los escenarios y “salidas”
Los actuales problemas que enfrenta la sociedad y el pueblo venezolano – aumento del desabastecimiento, altísima inflación, incremento de la inseguridad ciudadana por el impacto de la delincuencia, corrupción administrativa, crecida del déficit fiscal y del endeudamiento externo del gobierno, agravamiento de la dependencia de la renta petrolera –, que son factores de la situación actual de Venezuela utilizados por la burguesía y el imperio para intentar desestabilizar al gobierno y a la sociedad venezolana, son el resultado de contradicciones de clase no resueltas, que pueden llevar a los siguientes escenarios, todos probables en el mediano plazo:
-        Profundización de la revolución por el empuje de un proletariado que aunque no está organizado en forma independiente y autónoma, puja por sus intereses desde lo profundo de la sociedad y se expresa en diversos niveles de la dirigencia revolucionaria. Ese proceso deberá contemplar – entre otras – las siguientes acciones: 1. Construir sobre la marcha un verdadero poder proletario y popular o democracia directa para neutralizar a la burocracia corrupta; 2. Establecer el monopolio del comercio exterior con fuertes controles proletarios y populares para destruir la base económica de la burguesía parásita; 3. Fortalecer la base productiva nacional promoviendo la apropiación colectiva de la riqueza o "Sembrar el petróleo" como decía Chávez; 4. Desarrollar la revolución en todos los terrenos: productivo, económico, social, cultural, moral, atacando la mentalidad consumista y paternalista que predomina entre el pueblo. Es el escenario ideal pero poco probable en el corto plazo.
-         
-        Acuerdo entre las cúpulas dirigentes de la burguesía tradicional y la emergente que controla el aparato estatal, o entre sectores preponderantes de esas burguesías, a fin de lograr una estabilidad económica y política para mantener y aumentar sus ganancias en medio de la precaria situación del país. Esa unificación sería la plataforma táctica para obtener mayor inversión financiera y productiva de otros bloques económicos diferentes a los EE.UU. y Europa, como los que encabezan China, Rusia, Brasil, Irán, etc. Este acuerdo significaría la derrota del sector burgués dependiente y agente de los EE.UU., situación que ya muestra algunos avances que se pueden observar en el comportamiento conciliador de grandes capitalistas como Gustavo Cisneros y otros empresarios agrupados en Fedecámaras. Es el escenario más probable en lo inmediato y constituye también un duro golpe al proletariado, ya que algunos de los avances de la revolución pueden ser poco a poco reversados.
-         
-        Desestabilización económica y política de la sociedad venezolana e imposición de la burguesía pro-estadounidense mediante una intervención militar de los EE.UU. y de fuerzas paramilitares colombianas. Ello llevaría a la derrota completa de la revolución bolivariana y a la recuperación del control político y económico por parte del imperio estadounidense y la burguesía fascista venezolana. Es el escenario menos posible en el corto plazo pero el que se va a seguir intentando por parte de la derecha más extrema.   
-         
La revuelta fascista que se adelanta en la actualidad no cuenta con la fuerza para desestabilizar el país. Es una alerta para la burguesía emergente “bolivariana” que de no tener la presión del proletariado revolucionario va a transar con algunos sectores de la burguesía venezolana para obtener – materializar – una estabilidad política y gubernamental que necesita para seguir acumulando fuerza económica, política y cultural.
Conclusión
Como conclusión parcial de este repaso histórico e incipiente análisis podemos afirmar que además de la falta de experiencia en la tarea propuesta, algunos elementos de la formación ideológica y política de los dirigentes del movimiento bolivariano han permitido que aspectos estructurales de la sociedad venezolana, del mundo actual y del mismo proceso, no fueran tenidos en cuenta en toda su dimensión y complejidad, y por tanto, surgieron en su dirección política tendencias erróneas, que hasta ahora, han impedido – consciente o inconscientemente –, que la causa revolucionaria del socialismo sea asumida por el pueblo como una causa propia.
La oposición total – “radical” – al gobierno bolivariano, por parte de algunos sectores que se reclaman “revolucionarios” y “socialistas”, que los lleva a unir esfuerzos con la derecha venezolana y aún con el imperio, no es la mejor conducta para el momento. Tal actitud los lleva a aislarse del conjunto del proletariado y del pueblo “chavista” (en Ecuador, del pueblo “correísta” y en Bolivia, del pueblo “evista”), a ilusionarse con sectores “juveniles” que tienen un sesgo profundamente reaccionario, racista, “clasista” desde lo burgués y pequeño-burgués, y a llevarle agua al molino a nuestro enemigo de clase. Ese comportamiento, profundamente infantil, le hace el juego a la burguesía emergente (“bolivariana”) y le facilita el terreno para cooptar a los dirigentes obreros y proletarios, aislándolos de un verdadero movimiento proletario de amplia cobertura. 
La tarea esencial es clarificar la política independiente del proletariado sin aislarnos del conjunto de la lucha por la dirección de la revolución “bolivariana”, que es una creación y patrimonio del proletariado y del pueblo venezolano. Entender que al interior del “proceso de cambio” existen las potencialidades para dar un salto cualitativo hacia adelante. Identificar el enemigo principal – imperio estadounidense, burguesía parásita imperialista, paramilitarismo uribista colombiano – sin descuidar la alianza que se ha ido formando entre sectores burgueses tradicionales y la burguesía emergente “bolivariana”.
La energía espiritual de un pueblo y un proletariado que ha iniciado su liberación está allí latente y no va a ser fácil de derrotar. Los procesos sociales van más allá de los sujetos individuales. Construir una nueva sociedad no es una tarea fácil ni se hace de un momento para otro. Poco a poco la revolución acumulará las fuerzas para dar el salto cualitativo al que le temen todas las fuerzas reaccionarias.
Popayán, 28 de febrero de 2014
  


[1] Este problema está siendo trabajado por los neo-zapatistas mexicanos con la concepción del “mandar obedeciendo”, las Juntas de Buen Gobierno, los Municipios Autónomos, los “Caracoles”, en donde sus integrantes y responsables son rotativos y reemplazables en todo momento. Son formas de Democracia Directa con representación y delegación limitada por un control social asambleario. Es el mismo principio de la “Comuna”, “Soviets”, “Comités Revolucionarios”, pero con desarrollos en el tiempo y el espacio, con una fuerte autonomía frente al Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN y fuerzas políticas partidarias.

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“Lumpenfascismo contra Venezuela”

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Por: Tamer Sarkis Fernández,
Vice-Director de DIARIO UNIDAD
Colaborador y amigo de Los Pueblos Hablan

 Salen a las calles de los barrios-bien caraqueños, con camisetas impresas de puños cerrados negros sacados de los Black Panthers. Hiper-radicalidad; exagera el disfraz y parecerá mentira que lo sea, debía de decir Maquiavelo. En la Península tenemos izquierdistas con la barra de aparentar creer en su “espontaneidad”. Unos a otros, lúmpenes, burguesitos, payasos de mierda como Wyoming y chupatintas, se superponen los disfraces en sus orgías de fuego, plomo, siniestro humor y veneno.
¿Por qué no salían a la calle luciendo puños negros cuando Carlos Andrés Pérez; aquel socialdemócrata que gobernó para un puñado de viejos blancos y sus niños pijos?. Porque de eso se trata: aquellos niños ya creciditos, jugando “a los indios” con la pistola de papá.
Los procesos de cambio latinoamericanos han dejado no pocas cuestiones sin rematar. O no han tenido el suficiente tiempo. Maduro denunciaba hace un par de días el uso de medios públicos de comunicación para instigar la rebelión reaccionaria. O sea, que no se trata ya de los monopolios cripto-yankies; ni en casa propia se manda. E igual pasa en el Poder Judicial, reo de una aferrada vieja clase no sólo de toga y mazo, sino fuerte también en archivos y despachos. Pero, si algo no se puede negar al curso abierto –en Bolivia, Ecuador o Venezuela-, es haber desbancado del pódium a los blancos criollos. Llevaban 500 años. Compárese con Colombia, de chillona correlación entre color y clase. En Colombia, los urbanitas terratenientes a distancia que viven en La Nevera, bien podrían ser franceses o vizcaínos y parecen británicos, con sus bombines, gabanes y paraguas. Los morenitos morenitos, o no tienen tierra, o la van perdiendo, o la tienen empeñada a crédito.
El eterno Presidente Chávez, antes de engordar por medicación, tenía un rostro anguloso esculpido en bronce cual estatua del expresionismo épico alemán. Y unos ojos aceitunados. Y una nariz tan “india”. Parece una chorrada, sí. Pero encarna en persona el torrente centenario, “la venganza del inca”, que Ceresole tan nítidamente supo ver:
Hay una lucha “de colores”......–si no gusta “de razas” por político-científicamente incorrecta-, que fluye indestilable a la lucha de clases, y que es clave. En el Yucatán o en los Andes, grupos gentilicios vivían en relaciones productivas comunistas hasta anteayer. Hablarles de empoderamiento a esas gentes es sintonizar; es remover su memoria inmediata transmitida entre generaciones. Es invocar al Mito de origen y traerlo presente. Es hablarle en su propio idioma al Inconsciente colectivo. Hablar de Nuevo Poder en el extrarradio catalán o burgalés es, así de entrada, hablar en chino (nunca mejor dicho). Aunque los proletarios “europeos” estén allí pasando hambre. Lo supo, hasta cierto punto, Mariategui. Lo supo y desarrolló Sendero.
Hace años, un mandamás del Congreso Mundial que todo lo amenaza, visitó Venezuela. Amenazó literalmente con desintegrar el país si Ceresole, entonces asesor político del Presidente Chávez, no era expulsado. Ni integración en la OMC, ni comercio petrolero, ni entrada de filiales de PdV S.A. en las Bolsas estadounidenses. Chávez no tuvo otra que echarlo. Aunque decía Sartre que el ser humano es libre porque siempre tiene el ¡NO!.
En ese punto perdió la Revolución un tanto de su libertad y bastante de su perspectiva. Ceresole murió también de una enfermedad degenerativa al final irreversible. Nadie le homenajea.
Lo que está pasando estas semanas en Venezuela no se cuece sólo en el Pentágono ni en el Oval. Hay clases y colores de por medio. Es una cosa vieja como la historia: es el motor de la historia. La aristocracia obrera blanca pre-Chávez ha visto mermados su status y prebendas en favor de políticas redistributivas amplias de cohesión y trazadas a favor del Pueblo. No quieren ceder, así que entroncan con los residuos de la oligarquía “nacional” y con la declinante oligarquía norteamericana. El lumpen, quien vende a su patria y a su madre por subirse al tren de emular el gasto burgués, pone la gasolina y el pasamontañas, acompañando y escoltando a sus blancos amitos criollos. Las camisetas se las diseñan y dan quienes les visten con oro en la garganta. El fascismo está en la calle.
Mientras, el espectáculo “occidental” insulta a la estupidez del espectador con collages audio-visuales tomados de aquí y de allá, tal vez hasta de la represión en Gamonal. Collages asesinos que el propio Hegemonismo y sus sicarios producen en toda latitud, y que los telediarios re-presentan como tomados de Caracas. Sólo por tal detalle, el espectador que se dé cuenta debería empatizar con el gobierno bolivariano. ¿Dónde está el Pueblo en revuelta, si tiene que ser re-presentado con Photoshop?.
El liberalismo (del que habla el fascista Capriles) no existe como posibilidad real hoy, bajo los monopolios y la concentración financiera de capitales. El liberalismo es mera “ideología” en el peor sentido. Es la ratonera en la que se entrampa a pueblos y países. Mientras en “occidente” a la existencia de oposición (en Alemania, España, Israel, Francia o Inglaterra) se la tilda de señal de libertad, pluralidad, madurez sociológica, complejidad social, convivencia y diálogo entre lo distinto y no sé cuántas virtudes más, para los Estados disidentes prensa y políticos “occidentales” invocan la oposición como sinónimo de “ilegitimidad gubernamental”. Se dice: “Hay oposición”. “¡Ooooohhh, oposición!”. ¿Ergo?.
Y, si aquello que se detecta es cohesión partidaria popular, en unos lugares significa legitimidad democrática y, en otros lugares, “doctrina dictatorial de masas”. Si se te oponen, “eres un Dictador opresor: debes irte”. Si te apoyan, “eres un Dictador manipulador: debes irte”. A este callejón sin salida preparado a las naciones por la ideología liberal, los jesuitas lo llamaban ratio vulpina (razonamiento zorruno). Georges Orwell lo llamaba doblepensar.  Y, como Ceresole recordaría a Chávez, Lenin decía que la libertad de expresión empieza donde acaba la libertad de prensa.
Fuente : Los Puebos hablan (http://lospuebloshablan.org/tamer-sarkis-lumpenfascismo-contra-venezuela/)
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Venezuela ante la ofensiva imperial




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Por: Stella Calloni


La ofensiva de Estados Unidos contra Venezuela, moviliza no sólo a sus obedientes socios internos, sino a las derechas que están bajo su manejo y financiamiento en todo el continente, en una actividad que además presagia el regreso del Gran Garrote a nuestra región.
La nueva política del gobierno de Barack Obama, lleva a esta dinámica de acción “vigorosa” como ha solicitado el secretario de Estado John Kerry ante el Congreso de Estados Unidos para lo que considera “el patio trasero” de Washington, es decir América Latina.
Como bien lo ha advertido el político venezolano José Vicente Rangel en referencia   la “nueva política Obama” con renovados  escenarios geopolíticos y trazados geoestratégicos, tienen una indudable similitud con aquellos que significaron el armado “regional de la guerra fría”, que nos arrebató a los latinoamericanos casi dos siglos de vida independiente.
Nadie puede desconocer que más allá de todos los recursos y reservas en Nuestra América, Obama “ha decidido trasladar los reales intereses estadounidenses, es decir, del Poder estadounidense, desde la Comunidad Europea a toda la Región del Asia y el Pacífico”.
Y esto incluye a todas las naciones de nuestra región que tengan costas sobre el Océano Pacífico, lo que  añade un peligro mayor para los habitantes de esos países y para su futuro. Para expresarlo en una sola idea; Estados Unidos considera  necesario constituir un “…arco que se extienda desde el Occidente del Pacífico, Asia Oriental, la región del Océano Indico y el sur de Asia como se ha señalado en la propuesta de ideólogos estadunidenses: “…nuestras relaciones con [nuestros] aliados y socios específicos son [altamente] importantes para la futura estabilidad y crecimiento [económico] de la región [de Asia y el Pacífico]…cooperaremos abiertamente en mantener nuestras obligaciones contenidas en los tratados [firmados] y [en el marco] del derecho internacional…apoyaremos el despegue pacífico de nuevos poderes, [impulsaremos] el dinamismo económico, y la cooperación constructiva [en el campo] de la defensa [de la Región de Asia y el Pacífico]…”)
Hay algo más a tener en cuenta como señalan los analistas. Para poder ejecutar estos planes, Estados Unidos necesita, obligatoriamente, “tener las seguridades de energía no solo nuclear para mover algunos barcos de guerra sino suplir las necesidades de crudo/petróleo y derivados para poder mantener a las fábricas” Esto pone a Venezuela bajo el manto de un peligro mayor, En estos momentos a tres meses de la muerte del ex presidente Hugo Chávez Frías, esta verdadera tragedia para el pueblo venezolano que acompañó a su líder masivamente, es utilizada por la oposición bajo mandato estadounidense, para llevar adelante una ofensiva, que tiene antecedentes.
Detrás está el golpe de Estado fracasado de abril de 2002,los paros patronales y petroleros, ambos golpistas y otra serie de acciones tendientes al mismo fin, que se dieron a lo largo de los años en que gobernó Chávez , quien se impuso en elecciones democráticas y populares una y otra vez  contra lo que Washington no pudo hacer nada, a pesar de millonarias inversiones de dólares para derrocarlo o desestabilizar la revolución bolivariana.
Deslegitimar al gobierno de Nicolás Maduro y llevar al golpe de estado o crear un escenario de “alzamientos” en zonas fronterizas como en Libia y Siria  es la estrategia en marcha, para lo cuál han revitalizado los contactos con todas las derechas regionales, puestas a trabajar y financiadas por las redes de inteligencia de  Estados Unidos con el objetivo de desestabilizar no sólo a Venezuela o Cuba sino a todos los gobiernos, que protagonizan  una histórica avanzada de integración emancipatoria en el continente con varios caballos de Troya en su interior.

Similitudes con el Caso Chileno

     

Lo actuado  no sólo en Venezuela en estos últimos tiempos sino contra los gobiernos insumisos de la región lleva a  revivir el clima que precedió al  criminal golpe fascista que derrocó al Presidente de Chile Salvador Allende en septiembre de  1973  o una invasión extranjera estilo “guerra colonial” que se está aplicando.
Ambos mandatarios llegaron al gobierno por voluntad popular y  sus pasos como una vía al socialismo, en el caso de Chávez, enarbolando el “bolivarismo” como un  pensamiento contrahegemónico, que precisamente estaba basado en la respuesta que Simón Bolívar había dado en el siglo XIX, en  los comienzos de la expansión de un imperio que avanzaría sin pausa para apropiarse de las recién ganadas independencias latinoamericanas. Y partiendo desde allí hacia el llamado “socialismo del Siglo XXI, que tanto preocupa a  Washington.
La necesidad de la unidad regional surge también como una prioridad en ese pensamiento contrahegemónico. Como  ahora, eran la respuesta a la Doctrina  Monroe, al Destino Manifiesto, básicas doctrinas imperiales, rescatadas en estos días en los nuevos documentos de política exterior de Estados Unidos, en todos los casos amenazantes para nuestro futuro.
Es evidente que cada uno de los fenómenos políticos y sociales en la región tienen tantas similitudes con ese pasado, que se aplica  la Guerra de Baja Intensidad (GBI), reciclada en los años 90,  a lo que algunos analistas  llaman ahora de cuarta y o quinta generación que utiliza los mismos elementos del pasado.
Por supuesto que reforzadas con las nuevas tecnología, todo se maneja en otros  niveles, pero la metodología es similar.
El retorno del fascismo con elementos de mayor violencia e irracionalidad, a lo que se añade la agresividad hitleriana que significa la decisión imperial de controlar el mundo y todos sus recursos-lo cual es evidente en el retorno de guerras coloniales, con un poder destructivo inimaginable en otros tiempos- hace más difícil la situación.
Hay otra similitud entre Allende y Chávez que es la masiva presencia  popular, tanto en lo que fue el gobierno de  Chile (1970-1973), como lo que sucedió en abril del 2002 y sigue sucediendo en Venezuela.
Y también se ve  la acción desplegada por ambos gobiernos en lo social y político que  por supuesto con el largo período en que Chávez gobernó  pudo lograr enormes avances profundos en Venezuela, pero también en América Latina, como motor y fuerza de la integración pensada hacia una segunda y definitiva independencia.
La recuperación de la dignidad de los pueblos sumergidos en un olvido de siglos fue en ambos casos  una decisión de sus gobiernos.
Lo que difiere en este caso es que la unidad latinoamericana  que Chávez  encauzó como nadie, fue secundada rápidamente por la llegada de nuevos gobiernos a la región: Néstor Kirchner en  Argentina, Luis Inacio “Lula” Da Silva en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, luego Fernando Lugo en Paraguay, Rafael Correa en Venezuela . Daniel Ortega en Nicaragua, el paso también importante de Manuel Zelaya en Honduras, Michelle Bachelet en Chile, todo lo cual influyó por una parte en consolidar la unidad, pese a las diferencias y diversidades y también impedir los golpes de Estado.
En los casos de Honduras y Paraguay, si uno estudia lo sucedido en ambos países durante y después del golpe, fue evidente que la presencia de UNASUR, MERCOSUR, ALBA y CELAC, disminuyeron al menos la violenta represión que se preparó contra los pueblos. Han tenido que auto contenerse, aunque por supuesto no del todo.
La fortaleza de Chávez se expresó en su momento con la salida del pueblo multitudinariamente a las calles de Caracas durante el golpe (2002) y la presencia de un fuerte sector de las Fuerzas Armadas venezolanas, que por primera vez producen la derrota de un golpe financiado y alentado por Estados Unidos, en 48 horas.
La recuperación de los recursos  naturales más importantes, en el caso de Venezuela, el petróleo y el gas y en el de Chile, el cobre,  y las medidas     que se tomaron en ambos países destinadas al pueblo, que emergía desde el aislamiento  y la exclusión,  decidieron a Washington a dar sus zarpazos.
Una de las òrdenes claves del gobierno de Richard Nixon para derrocar a Allende fue “hay que hacer gritar la economía”, entre otras,  como que si no era posible convencer a los militares, se ordenada al embajador de EE.UU en Santiago “corrómpalos”.
“Contra ambos procesos se emplearon y aplican los procedimientos diseñados por expertos de la comunicación y la manipulación de la conciencia colectiva, la guerra psicológica que conduzca a la alienación” señala un análisis.
“La máxima del ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, ‘mentir, mentir, que algo siempre queda’ se aplicó en Chile desde antes que triunfara Allende y durante los mil días de su Gobierno. En Venezuela se demonizó la figura y gestión del presidente Chávez con métodos más modernos y sofisticados y hoy los embates mediáticos en contra del presidente Maduro van en la línea de deslegitimarlo, fue y es la misma matriz, crear la sensación de desgobierno, desacreditar a sus personeros”.
Por supuesto día a día se difunde la idea en Venezuela, y en el marco de la gira que el derrotado  candidato de Estados Unidos, de Israel y de la derecha local Henrique Capriles, de que ese país está bajo una dictadura  “y los poderes del estado están siendo avasallados e inescrupulosamente” lo que los procesos electorales y los informes de organismos internacionales han desmentido vigorosamente.
Bajo el amparo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), los medios chilenos poderosos como El Mercurio prepararon el golpe metódicamente. En Venezuela hoy se argumenta  como se hizo durante toda la administración de Chávez  y con la asesoría de la misma SIP  la falta de libertad de prensa (sic), siendo  que la oposición maneja el 85 por ciento de los medios masivos de comunicación, que a lo largo de todo el gobierno de Chávez y en lo que va de la administración del presidente Maduro mantienen una de las ofensivas mediáticas más temibles de las que se conozca en el mundo,  en una estrategia del terrorismo mediático fascistizante.
En el caso chileno la Comisión presidida por el legislador Frank Church del senado de Estados Unidos,  en 1975 demostró el  financiamiento y la intervención de la CIA para llevar adelante el golpe fascista que derrocó a Allende, con denuncias precisas sobre el soborno a ejecutivos y periodistas de El Mercurio, “la fundación de diarios sediciosos como Tribuna y Sepa, la infiltración al medio periodístico, la edición de informativos radiales tendenciosos, etc.  Esta maquinaria propagandística predecía el colapso económico, el temor a lo que viene, magnificando el desabastecimiento, especulando sobre la intromisión cubana etc.” El mismo informe del senado norteamericano señala las cuantiosas cifras en dólares que se distribuyeron en esos tiempos.
 
El Rol de las ONG
“En Venezuela se opta por el financiamiento de las ONG conspirativas y la remesa desde 2002 al 2012 de más de 200 millones de dólares para el financiamiento de campañas desinformativas incrementadas en torno a 40 millones de dólares en cada proceso electoral, logran que la línea editorial de los medios oligárquicos no da tregua con sus ataques que rayan en la procacidad incitando impúdicamente a la sedición” señala un informe comparativo de ambas situaciones.
Se invita públicamente  a “pronunciamientos militares”, como  lo hizo El Nacional en su artículo “Se anuncia tempestad”-, lo que inmediatamente es levantado por CNN, ABC, El País de Madrid y toda la red de medios que en un 90 por ciento  maneja el poder hegemónico.
Y esto sucede bajo el control de los empresarios y dueños de medios que conforman la verdadera patronal que es la SIP.
En la actual coyuntura venezolana un elemento muy explotado por los medios del imperio ha sido y es el desabastecimiento, que ellos mismos han impuesto desde hace tiempo, como veremos en los planes que se ejecutan desde los años 2004 en Venezuela.
Todos los planes trazados se reavivaron desde que se conoció la enfermedad del fallecido presidente Hugo Chávez Frías en 2011   y  a fines de septiembre de 2012  planes conspirativos de la Central de Inteligencia  de Estados Unidos para impedir el triunfo de Chávez en las elecciones de ese año, incluían a  otras agencias extranjeras, a grupos terroristas internos y fuerzas especiales y paramilitares colombianos, venezolano en el exilio en varios países y en Miami (Analisis Jean Claude Duvergel; “los Pueblos” informe 2013).
Se sostiene en este análisis que  “La oposición venezolana está dirigida desde los Estados Unidos que desde antes de que Chávez llegara a la presidencia ya conspiraba abiertamente en contra de su proyecto y liderazgo. Por esa razón las elecciones del 7 de octubre de 2012 estuvieron bajo una ofensiva de gran escala con la intervención abierta de funcionarios de inteligencias de  Washington, que financian, asesoran y dirigen de manera directa a las distintas organizaciones que participan en la contienda política agrupadas en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

ANTECEDENTES

 

Hasta el 7 de octubre de 2012 estuvo en Venezuela  el Coronel (de  inteligencia) Richard Nazario, el mismo que era agregado militar de la embajada estadounidense en Caracas cuando el golpe de Estado de abril de 2002,involucrándose directamente en esas acciones.
Se conoció que desde entonces la embajada de los Estados Unidos en Caracas, comenzó a realizar compras de grandes cantidades de artículos como alimentos enlatados, agua, toallas, colchones, pasta dental, entre otros, tal y como se hizo en Chile antes del golpe contra Allende.
También como denuncia Duvergel la embajada  contrató vehículos blindados para apoyar el movimiento de sus funcionarios en los estados Lara, Nueva Esparta, Carabobo, Aragua, Zulia, Bolívar, Mérida y Táchira, regiones que visitarán durante las elecciones del 7 de octubre.
Incluso el analista cita a Venevisión que recientemente relacionó esta actividad  de los funcionarios estadounidenses con una compra que curiosamente realizó Globovisión de “chalecos antibalas y máscaras antigás, preparándose para los planes violentos de la oposición ante el seguro triunfo de Chávez”.
Asimismo se creó un centro de  monitoreo para las elecciones del 7 de octubre en la casa del funcionario James Derham, “y para atender ese centro” llegó al país el especialista en información tecnológica David Mueller, quien había estado en la embajada en Caracas durante el año 2010.
Los datos aportados por los investigadores sobre las actividades de los funcionarios estadounidenses, muy reactivados desde que se conoció la enfermedad de Chávez en 2011 demuestran que: los funcionarios de la embajada incrementaron reuniones por separado con los directivos de las organizaciones políticas Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Acción Democrática.
Que James Derham, Robín Diane Meyer y Darnall Steuart visitaron en varias oportunidades la sede de la compañía Polar en Maracaibo, estado Zulia.
En los últimos meses de  2012  se  realizaron reuniones en la residencia de la funcionaría Kelly Keiderling-Franz, con representantes de la cadena Capriles, con Miguel Otero (El Nacional), Andrés Mata (dueño de El Universal), Carlos Croes (de Televen), y miembros de Venevisión, Bloque de Armas, Globovisión y Canal I.
En julio de 2012 los funcionarios del Departamento de Estado Simón Henshaw y John Mcnamara visitaron Venezuela y se reunieron con Armando Briquet y Juan Mijares (del comando de campaña de Henrique Capriles), Saúl Cabrera de la encuestadora Consultores 21, Carlos Tejera (Director General de Venacham), López Mendoza (de Fedecámaras), Jesús Machado del centro Gumilla. Janet Márquez de la ONG Caritas,Ricardo Villasmil y José guerra, quienes se desempeñan como asesores económicos de Henrique Capriles, Teodoro Petkoff, Laureano Márquez, Roberto Weil y Nelson Bocaranda, Ramón Guillermo Aveledo (secretario de la MUD), Miguel Enrique Otero
(del periódico El Nacional), Vicente Bello (experto electoral de la MUD), el opositor René Arreaza y la diputada María Corina Machado.
El funcionario norteamericano Gregg Adams, nuevo jefe de sección de prensa, mantuvo contacto con los directivos de Venevisión, Globovisión, El Nacional y El Universal. Además viajó a la ciudad de Maracay para contactar con la directiva del periódico El Siglo.
“Alertamos a las autoridades venezolanas, a la opinión pública nacional e internacional de este comportamiento conspirativo que demuestra la injerencia del gobierno norteamericano, la CIA y el Pentágono en los asuntos internos de Venezuela”, señala el informe.
Todo esto para poner fin al gobierno de Chávez y en este momento al de su sucesor Nicolás Maduro.
2 de abril de 2013 se conoce el plan de la USAID para poner fin al gobierno de Chávez
Citando documentos secretos de Wikileaks En estos se detallan cómo el embajador William  Brownfield, ahora subsecretario del Departamento de Estado, tenía previsto  poner fin al chavismo.
“Entre 2004 y 2006, la USAID realizó diversas acciones para llevar adelante  la estrategia de Brownfield, donando algo menos de U$S15 millones a más de    300 organizaciones de la sociedad civil.
El 1 de abril de 20013 las periodistas       Natalia Viana y Luiza Bodenmuller denunciaron que después del golpe de Estado de 2002, la embajada de EE.UU. en Caracas “decidió tomar para sí la tarea de reorganizar la oposición venezolana, apostando por una       estrategia a largo plazo que minaría el poder del gobierno. En agosto de   2004, el mismo mes del referéndum revocatorio promovido por la oposición con un amplio apoyo de la misión estadounidense, el texano William       Brownfield llegó a Caracas nombrado por George W. Bush para asumir el   cargo de embajador en el país.
 PRAGMÁTICO Y SUCINTO
“Pragmático y sucinto”, como revela el       documento de WikiLeaks analizado por Agencia Pública, William Brownfield    elaboró un plan de cinco puntos para terminar con el chavismo en el mediano   plazo.
En ese documento  secreto, enviado por Brownfield a Washington el 9 de     noviembre de 2006, recuerda las directrices establecidas dos años antes bajo el nombre de
"El objetivo de la estrategia":  
  • Fortalecer las instituciones democráticas
  • Infiltrarse en la base de la política de Chávez
  • Dividir el chavismo
  • Proteger negocios vitales para los EE.UU
  • Aislar a Chávez internacionalmente
Esto es lo que escribió  Brownfield, hoy secretario  antinarcóticos del Departamento de Estado, que se encarga de  la formación de las fuerzas policiales extranjeras en Estados Unidos, y esto abarca a varios países de América Latina.
“Entre 2004 y 2006, la USAID realizó diversas acciones para llevar adelante   la estrategia de Brownfield, donando algo menos de 15 millones de dólares a más de 300 organizaciones de la sociedad civil. La USAID, a través de su Oficina de Iniciativas de Transición (OTI) -creada dos meses después del fallido  golpe de Estado- dio asistencia técnica y capacitación a las organizaciones y las puso en contacto con los movimientos internacionales”
El documento explica que “desde la llegada de la OTI se formaron   39 organizaciones con foco en el advocacy (convencimiento). Muchas de estas organizaciones son el resultado directo de los programas y  financiamiento de la OTI”.
Uno de los objetivos más importantes para la USAID era “llevar los casos de violaciones de       derechos humanos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos a fin de obtener condenas y socavar la credibilidad internacional del gobierno venezolano. Es lo que hizo, según el relato de un ex embajador, el Observatorio Venezolano de Prisiones, que consiguió que el tribunal  emitiese una decisión pidiendo medidas especiales para resolver las violaciones de derechos humanos en la prisión “La Pica”, en el este del país.
Entretanto las “Human Rights Lawyers Network in Bolivar State” (red de abogados de derechos humanos en el estado de Bolívar), presentó ante la Corte Internacional un caso de masacre de 12 mineros en el estado venezolano de Bolívar por parte del ejército. El grupo fue creado, según Brownfield, “a partir del programa Freedom House, y un      financiamiento de la DAI para distribuir pequeñas donaciones”(DAI – Development Alternatives Inc – fue de 2004 a 2009 el principal gerenciador de fondos de la USAID en el país, habiendo  distribuido millones de dólares a diversas organizaciones a partir de la estrategia del gobierno de EE.UU.
Destinó por  ejemplo, 726.000 dólares en 22 becas para organizaciones  de derechos humanos, de acuerdo con el documento de WikiLeaks. También   ayudó a crear el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela.
“Ellos han tenido éxito en llamar la atención sobre el Derecho de Cooperación Internacional y la situación de los derechos humanos en    Venezuela, como una voz nacional e internacional”, escribió Brownfield como surge de los cables de Wikileaks . En todo ese accionar también se intentó impedir  o neutralizar el  “mecanismo de control” según ellos de Chávez que  que utiliza “vocabulario democrático”(sic) para apoyar la ideología revolucionaria bolivariana,tal como lo escribe el ex embajador en Caracas.
El injerencista mecanismo de transición (OTI)      “ha luchado contra eso a través de un programa de educación cívica llamado ‘democracia entre nosotros’, cuyo objetivo era “ enseñar al pueblo venezolano lo que en realidad significaba la democracia”.
En este caso Brownfield aseguraba que  “ los programas educativos dirigidos, como tolerancia política, participación(ciudadana)  y derechos humanos, han llegado a más de 600 mil personas”, tal como señala el documento.
Es importante establecer que todo lo que seestá actuando en estos momentos, tiene un largo trabajo previo de preparación como surge de toda esta documentación, que es nada más que un somero resumen de lo señalado.
Hay algo que es clave, sobre todo para entender como el tema del “divisionismo” y problemas al interior del PSUV venezolano, ha sido básico en el tratamiento que dieron en la información sobre Venezuela, algunos analistas supuestamente “pro Chávez·”, pero de una ambigüedad que sólo se entiende si vemos de dónde venían estos planes y estos diseños.
Desde entonces se establecieron varias  estrategias para “dividir el chavismo”, lo cual se establecía en la idea de que Chávez intentaba “polarizar la   sociedad venezolana mediante una retórica de odio y violencia”.
Para enfrentar esto el embajador Brownfield trazó como estrategia  dar ayuda a las ONG establecidas en Venezuela y que   trabajan en las “fortalezas chavistas ” y con los “líderes chavistas” para “contrarrestar la retórica” y “promover alianzas”.  Esto costó a la USAID  1,1 millones de dólares  para llegar a 238 mil      personas en más de tres mil foros, talleres y sesiones de entrenamiento, ”transmitiendo valores alternativos y dando oportunidad a activistas de la oposición de interactuar con chavistas, obteniendo el deseado efecto de alejarlos lentamente del chavismo”.
Asi lo explica el embajador  y pone como ejemplo el grupo de “Visor Participativo” que consta de 34 ONGs capacitadas y supervisadas por la OTI, para trabajar en el   fortalecimiento de los municipios.
“Mientras Chávez trata de recentralizar   el país, la OTI, a través de Visor, está apoyando la descentralización”,  escribía Brownfield.
Para tener una idea de cómo se diseñan estos proyectos desestabilizadores, existe una muestra de puño y letra del embajador. Se trató de la promoción de 54 proyectos sociales en toda Venezuela con un costo superior a los  1,2 millones de dólares lo que le permitió a este visitar las zonas  del país “demostrando la preocupación del gobierno de los EE.UU. con el pueblo venezolano”, explicó Brownfield. “Este programa confunde a los bolivarianos y retrasa el    intento de Chávez de utilizar a los EE.UU. como un ‘enemigo unificador’”.
Más adelante el informe señala que  “con el objetivo de `aislar a Chávez internacionalmente`, el embajador se jactaba de que la USAID, a través de la ONG estadounidense Freedom House, financió viajes de miembros de organizaciones de derechos humanos de  Venezuela en México, Guatemala, Perú, Chile, Argentina, Costa Rica y Washington.
Relata el mismo Borwnfield que “la DAI trajo decenas de líderes internacionales a Venezuela y también profesores universitarios, miembros de ONGs y líderes políticos a participar en talleres y seminarios, para que volviesen a sus países de origen comprendiendo mejor la realidad de Venezuela,convirtiéndose en fuertes aliados de la oposición venezolana”.
Brownfield finaliza el documento, escrito en 2006, con una advertencia:”Chávez debe ganar las elecciones presidenciales del 3 de diciembre y la  OTI espera que el ambiente para trabajar en Venezuela se torne más complicado.”
El embajador regresó a su país en 2007 y luego fue a Colombia-nada menos- antes de ser nombrado por Barack  Obama para hacerse cargo de la cooperación policial con otros países.
Otro documento de Wikileaks del (13 de julio de 2004) demuestra que ya antes de  que Brownfield asumiera la política de EE.UU para Venezuela, la OTI había centrado todo su trabajo en fortalecer a los partidos de oposición. En este caso se menciona un proyecto de 550 mil dólares para promover consultorías de especialistas       latinoamericanos en liderazgo político y estrategia de los partidos, y otro proyecto de 450 millones de dólares  con el Internacional Republican Institute (IRI) -del Partido Republicano – para entrenar a los partidos de la oposición en “diseñar, planificar y ejecutar las campañas electorales” en “escuelas de   entrenamiento de campaña”.

LOS ATAQUES A MADURO

 

 












Se citan estos antecedentes básicos para entender que los planes que se ejecutan en este momento, tienen largos antecedentes y que el descubrimiento de infiltraciones de agentes en estos momentos, tiene un largo historial en Venezuela.
Los hechos de violencia posteriores al 14 de abril demostraron el carácter antidemocrático de la MUD y de su candidato Henrique Capriles, poniendo al desnudo además  la verdadera estrategia de EEUU.
En esto se mencionan los viejos planes de un antiguo enemigo de América Latinas,  Roger Noriega, funcionario del Departamento de Estado y de la CIA, planteando en los últimos tiempos un intervencionismo “mucho más directo” en Venezuela. La idea de crear condiciones para un golpe de Estado, un modelo similar a lo utilizado para invadir y apoderarse de Libia, en marzo del 2011, hace más grave aún , la reciente visita de Henríquez Capriles  a Colombia y su recepción por parte del presidente Juan Manuel Santos.
Más grave o parte del mismo plan es el ofrecimiento de Santos de ser parte de la Organización del Atlántico Norte, violando  las normas integradoras de América Latina, que espera ser convertida en una zona de paz en el mundo, Si consideramos que la OTAN estaba diseñada para el Norte en la supuesta defensa de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y que ya debería haber sido desmantelada de acuerdo a sus propios objetivos limitados de entonces, esta actitud de Santos se transforma en un golpe  certero a la yugular de la integración.
Aunque ahora se hable de un proyecto de colaboración e intercambio de datos, que de por sí es grave considerando que la OTAN se ha convertido en un ejército de invasión y ocupación, en un gendarme del terrorismo de Estado global, la situación es más grave aún.
Nadie ignora que Washington aumentó a siete el número de bases en Colombia, y está instalando nueves bases, cuatro de ellas Aeronavales en las costa atlántica y del Pacífico en Panamá, la gravedad de este “acuerdo” es una casi provocación de alcances bélicos.
No sólo aumenta el peligro del lamentable acuerdo de la Alianza del pacífico, en las circunstancias actuales, sino que es un paso a una posible intervención en Venezuela.
“Es la posibilidad de  un modelo insurreccional al estilo Libia o Siria,(con oleadas de mercenarios, ex paramilitares, en sus fronteras bajo dirección de la OTAN) que  en su primera fase fracasó (después de la última elección) porque no tenían apoyo militar para el golpe, pero igual aplicaron una fase de violencia contra personas sectores de salud, viviendas y locales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)” advierte otro informe de “REDES”.
“Parte de esa estrategia fue la marcha del primero de mayo, que fue encabezada por empresarios y no trabajadores.  Una burla a la lucha histórica de los obreros, pero la esencia de la misma era un enfrentamiento con la marcha de los bolivarianos, para generar violencia y heridos.  En esa táctica los diputados de la MUD agredieron a los diputados bolivarianos, pero mostraron al mundo ser víctimas y no victimarios. Luego largaron una campaña internacional, para denunciar fraude, violencia, detenciones arbitrarias, en América Latina y Europa” añade.
Como estas acciones  fracasaron ahora avanzan sobre el MERCOSUR, UNASUR, PARLATINO y la OEA, y además tocando las puertas a varios presidentes latinoamericanos, pero en general los pueblos y gobiernos de la región saben a quién representa esa ultraderecha y sus planes antidemocráticos. Además están conspirando en conjunto en toda América Latina.
Por otra parte el informe de “REDES” señala que el principal ideólogo del plan desestabilizador es el gobierno del presidente Obama,”porque sus declaraciones a favor de la derecha y sus acusaciones de que Venezuela viola los derechos humanos, la libertad de expresión y apoya al narcotráfico” que en realidad parecería una autocrítica a su propio gobierno- es otra señal amenazante para Venezuela y América Latina.
Más allá de su discurso (de Obama) de su ayuda a “salvar “democracia” (neoliberal) está la política de garantizar las reservas de petróleo de Venezuela, para Estados Unidos,  controlar la economía venezolana, lograr privatizar las principales empresas metalúrgicas, los recursos de agua, como el oro y el Coltran,  y destruir uno de los más fuertes pilares, sino el más fuerte de la unidad latinoamericana. El Plan de estados Unidos nos abarca a todos.

RECONOLIZACIÓN O INDEPENDENCIA
En “esta hora de los pueblos” defender a los países que son el eje prioritario del ataque como Venezuela y Cuba, nos obliga asimismo a defender cada uno de nuestros países. Es simplemente la decisión de optar entre “recolonización o independencia” no hay ninguna otra posibilidad en este siglo. Medio Oriente, Africa del Norte es el espejo donde debemos mirarnos, para no caer en la tentación de la desmemoria. De nuestro accionar en estas circunstancias depende un futuro libre o esclavo. Nada más y nada menos. Y tenemos en las manos la alternativa. Tenemos fuerza para resistir a un impero que avanza  hacia su propia destrucción, aunque parezca invencible.



Fuente:Los Pueblos Hablan.org   http://lospuebloshablan.org/

Stella Calloni es Argentina, periodista y escritora. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí (1986). Fue corresponsal de guerra en América Central y se especializó en política internacional. Ver curriculum y publicaciones en: http://www.ecured.cu/index.php/Stella_Calloni

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